Aventuras de un elfo vagabundo, 2da parte: Aventuras escolares
Aventuras de un elfo vagabundo, 2da parte: Aventuras escolares
Inusitadamente el joven elfo llegó al salón con cerca de una hora de anticipación, está situación se repetÃa contadas veces durante el semestre y la causa era invariablemente la misma: conseguir un buen asiento para el examen por venir.
No era un dÃa de sorpresas, el examen en cuestión se trataba de computación y, para no variar, era temido por todo el cuerpo estudiantil que poco a poco se aconglomeraba en el recinto.
Sin embargo el elfo se veÃa confiado, no por nada habÃa triunfado allà donde todos habÃan fracasado un par de semestres atras, cuando el indice reprobatorio de la materia computación uno se habÃa ido hasta el cielo, al igual que los pocos que habÃan conseguido aprobarla.
Pero eso era historia antigua, el presente era bastante amenazador puesto que, dormido en sus laureles, el elfo no se habÃa preocupado demasiado por el examen y ahora se encontraba un poco incomodo; de cualquier forma su confianza en si mismo habÃa logrado vencer sus temores a lo largo de toda su vida y está vez no fue la excepción.
El ambiente el el salón se fue enfriando conforme la hora anunciada se aproximaba, las secreciones sudoriparas de el alumnado se encontraban a la orden del dÃa y la tensión aunmentaba sensiblemente con cada TIC-TAC del reloj (digital, por cierto), alguien encendió una radio pero el contraste de la música era demasiado incomodo como para mantenerlo. La radio bajó el volumen y finalmente se apagó.
TIC-TAC, TIC-TAC, el raloj parecÃa aumentar su volumen a cada momento, el elfo, cansado de el ambiente decidió darse una vuelta por los pits, a tirar el miedo, asà lo hizo y al regresar se detuvo un momento a tomar agua, un compañero lo saludó:
-¿Que onda, listo para el examen?
El elfo le hizo una señal, pasandose el dedo indice a lo largo del pescuezo, como si se lo estuviera rebanando, ambos rieron un rato.
Al llegar al salón el profesor ya se encontraba en su escritorio, por lo que el elfo y su compañero entraron silenciosamente y se aposentaron tras sendos monitores, dispuestos a hacer lo que fuera necesario con tal de salir adelante.
Las hojas del examen estaban sobre la mesa, el pequeño y nervioso elfo tomó la primera, le dió la vuelta... y sintió que se le venÃa el mundo encima.
No entendÃa absolutamente nada de lo que allà escrito venÃa.
Los minutos comenzaron a acelerar su paso, mientras el elfo luchaba por encontrar su lógica perdida, se escuchaban lapices rasgando papel y teclas siendo oprimidas por el yugo capitalista, una gota de sudor empañó un lente del joven habitante de los bosques, se quitó las gafas para limpiarlas y entonces recordó comom funcionaba el programa...
Sin siquiera ponerse los lentes el joven elfo comenzó a apretar teclas como vendaval, haciendo rapidamente unas cuantas lineas de codigo que, en teorÃa, resolverÃan sus problemas.
Con una sonrisa de oreja a oreja el elfo oprimió el botón de compilación y el programa le regresó chorrocientos errores, al tiempo que el profesor les indicaba que se les habÃa terminado el tiempo.
El elfo entregó su examen y salió del salón, considerando que al menos merecÃa un 70.
Transcurrió un placido fin de semana, sin estudio y sin tareas y finalmente llegó el momento de recibir promedios, nuestro simpatico protagonista se acercó por su examen y se quedo de piedra (literalmente)...
30...
Terminó el dÃa y el elfo regresó abatido a su hogar se pasó la tarde sin saber que hacer metido en el sistema intercomunicador del bosque, de pronto una ventanita se abrió y una compañera le dijo:
-Elfillo, checate las calificaciones en el internet, el profe nos hizo un paro :D (el Ãcono gestual venÃa incluÃdo)
Sin muchas esperanzas, pero con el corazón latiendole bastante mas rapido de lo habitual, el elfo se irigió al sitio indicado, donde solicitó su boleta, no podÃa creer lo que veÃan sus ojos, su calificación habÃa aumentado en mas de 40 puntos, situándolo del privilegiado lado de los aprobados.
Una sonrisa de satisfacción por el deber cumplido se dibujó en su rostro.
Inusitadamente el joven elfo llegó al salón con cerca de una hora de anticipación, está situación se repetÃa contadas veces durante el semestre y la causa era invariablemente la misma: conseguir un buen asiento para el examen por venir.
No era un dÃa de sorpresas, el examen en cuestión se trataba de computación y, para no variar, era temido por todo el cuerpo estudiantil que poco a poco se aconglomeraba en el recinto.
Sin embargo el elfo se veÃa confiado, no por nada habÃa triunfado allà donde todos habÃan fracasado un par de semestres atras, cuando el indice reprobatorio de la materia computación uno se habÃa ido hasta el cielo, al igual que los pocos que habÃan conseguido aprobarla.
Pero eso era historia antigua, el presente era bastante amenazador puesto que, dormido en sus laureles, el elfo no se habÃa preocupado demasiado por el examen y ahora se encontraba un poco incomodo; de cualquier forma su confianza en si mismo habÃa logrado vencer sus temores a lo largo de toda su vida y está vez no fue la excepción.
El ambiente el el salón se fue enfriando conforme la hora anunciada se aproximaba, las secreciones sudoriparas de el alumnado se encontraban a la orden del dÃa y la tensión aunmentaba sensiblemente con cada TIC-TAC del reloj (digital, por cierto), alguien encendió una radio pero el contraste de la música era demasiado incomodo como para mantenerlo. La radio bajó el volumen y finalmente se apagó.
TIC-TAC, TIC-TAC, el raloj parecÃa aumentar su volumen a cada momento, el elfo, cansado de el ambiente decidió darse una vuelta por los pits, a tirar el miedo, asà lo hizo y al regresar se detuvo un momento a tomar agua, un compañero lo saludó:
-¿Que onda, listo para el examen?
El elfo le hizo una señal, pasandose el dedo indice a lo largo del pescuezo, como si se lo estuviera rebanando, ambos rieron un rato.
Al llegar al salón el profesor ya se encontraba en su escritorio, por lo que el elfo y su compañero entraron silenciosamente y se aposentaron tras sendos monitores, dispuestos a hacer lo que fuera necesario con tal de salir adelante.
Las hojas del examen estaban sobre la mesa, el pequeño y nervioso elfo tomó la primera, le dió la vuelta... y sintió que se le venÃa el mundo encima.
No entendÃa absolutamente nada de lo que allà escrito venÃa.
Los minutos comenzaron a acelerar su paso, mientras el elfo luchaba por encontrar su lógica perdida, se escuchaban lapices rasgando papel y teclas siendo oprimidas por el yugo capitalista, una gota de sudor empañó un lente del joven habitante de los bosques, se quitó las gafas para limpiarlas y entonces recordó comom funcionaba el programa...
Sin siquiera ponerse los lentes el joven elfo comenzó a apretar teclas como vendaval, haciendo rapidamente unas cuantas lineas de codigo que, en teorÃa, resolverÃan sus problemas.
Con una sonrisa de oreja a oreja el elfo oprimió el botón de compilación y el programa le regresó chorrocientos errores, al tiempo que el profesor les indicaba que se les habÃa terminado el tiempo.
El elfo entregó su examen y salió del salón, considerando que al menos merecÃa un 70.
Transcurrió un placido fin de semana, sin estudio y sin tareas y finalmente llegó el momento de recibir promedios, nuestro simpatico protagonista se acercó por su examen y se quedo de piedra (literalmente)...
30...
Terminó el dÃa y el elfo regresó abatido a su hogar se pasó la tarde sin saber que hacer metido en el sistema intercomunicador del bosque, de pronto una ventanita se abrió y una compañera le dijo:
-Elfillo, checate las calificaciones en el internet, el profe nos hizo un paro :D (el Ãcono gestual venÃa incluÃdo)
Sin muchas esperanzas, pero con el corazón latiendole bastante mas rapido de lo habitual, el elfo se irigió al sitio indicado, donde solicitó su boleta, no podÃa creer lo que veÃan sus ojos, su calificación habÃa aumentado en mas de 40 puntos, situándolo del privilegiado lado de los aprobados.
Una sonrisa de satisfacción por el deber cumplido se dibujó en su rostro.